deshilachadas del agua.
Agobio del viento sobre la boca abierta,
que intenta respirar al paso
de una voz fecunda, que cae inerte
en un mullido silencio de apócopes
con estrías que se devanan en polvo.
Se aspiran las cadencias entrecortadas
de las tazas vacías, que yacen boca abajo
y un martillo de constancias, va ablandando
el tiempo, necesariamente gastado
sobre el ara en la que sacrificamos
nuestras vidas por unos pocos céntimos.
Acierto a pensar, que todos los vacíos,
no son más que los espacios huecos,
que no supimos llenar con nuestra presencia,
mientras la luz escapaba de nuestras pupilas,
causándonos una profunda ceguera.
Escrito en Octubre 2022 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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