los sueños ancestrales y su magia desapareció
bajo la Tierra.
El enojo de la Madre Tierra se hizo palpable
al romper la cima de algunas montañas
para escupir fuego desde sus entrañas.
Nadie, ningún mortal debió sepultar en ella,
ni su magia, ni sus sueños, pero la ambición
rompió los lazos que les unían a su madre.
De su corazón la arrancaron sus gemas,
olvidando su culto y respeto, adorando
al efímero poder que produce
la riqueza material.
La humanidad ha olvidado, que nada
nos hemos de llevar de esta vida,
durante nuestro tránsito y que el tiempo
es un implacable villano, que nos robará
los momentos mágicos que nos hacen eternos.
Escrito en Septiembre 2021 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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