Comienza el ritual de los elementos
y el viento danza con las llamas del fuego
a la orilla de una playa nocturna y misteriosa,
hecha de ojos radiantes, que esplenden
en cautividad, dentro de una negra pupila.
La tierra es un estremecimiento,
entre el frío viento y el calor de una hoguera
que toca su densa piel.
Penachos al vuelo y pies desnudos rotando
en una vorágine o torbellino de círculos
que emulan la rotación de la vida,
dentro del círculo eterno del nacimiento
y la muerte, como conclusión inexacta
de un destino que no aceptamos,
aunque sea irremediable.
Escrito en Septiembre 2021 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”
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