nada es real, ni es eterno,
quise bajar al infierno,
con mi pena y desconsuelo.
Mordí muy bien el anzuelo,
creyendo hallar ese goce,
que se produce en el roce,
más sucio, que el propio suelo.
Sustituyendo el amor
que un día me fue negado
y me encontré lastimado
al procurar mi dolor.
Por esa autocompasión,
en el infierno sufrí
y preso del frenesí,
se rompió mi corazón.
Siendo víctima y verdugo
por cruel fatalidad,
al ignorar mi verdad,
pudiendo romper el yugo.
Tuve que tener presente,
para salir del abismo,
que el amor hacia uno mismo,
es un comienzo prudente.
Si te amas, tienes amor
para soportar las penas
y libera las cadenas
que sujetan tu dolor.
Hay que vivir cada día,
que entre lo bueno y lo malo,
la vida tiene un regalo
que colmará tu alegría.
Escrito en Enero 2022 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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