y en el desván las sillas rotas, en espera
de una pronta reparación, cuando mi vida
esté por fin recompuesta.
Navego entre rocas afiladas, en un mar
que toca de cerca el arrecife de mis temores
y asciendo como blanca espuma, hacia
los vértices pronunciados, en busca de la paz
y el sosiego de un mar tranquilo.
La tempestad se presenta con la incomodidad
de la pérdida de nuestra brújula, e intentamos
navegar con los remos partidos, sobre un mar
agresivo, que crece en sus voces, rompiendo
la roca de nuestra integridad como marinos,
convirtiendo en diminutas arenillas, nuestra fe
alimentada por el temor de nuestras dudas.
Escrito en Junio 2022 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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