descendiendo desde el ático de los temores,
hasta un tembloroso mentón, que vibra
al unísono de unos desorbitados ojos.
Todo el terror yace prisionero en las pupilas
y un viento de muerte, va esparciendo el polvo
sobre las tumbas vacías.
Hay demonios que habitan en nuestras mentes
y coleópteros que surgen de la inmundicia
de las guerras.
Un pestilente hedor se esparce
sobre la inerme tierra, en todos y cada uno
de los rincones… menos en la memoria perdida en las gentes sin conciencia.
Vivimos al límite de la inercia y nos detenemos,
cuando la vorágine de la vida,
imprime su marca de fuego
sobre las almas perdidas.
Escrito en Junio 2022 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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