con el titilar de las estrellas.
Los párpados pesan en una negra profundidad de abismo y se va cayendo
lenta y vertiginosamente en un vacío
sin forma, en el que caben todos
nuestros temores y nuestros anhelos.
La imaginación vuela y lo incorpóreo
toma volumen y forma, en una dimensión
que no conoce límite, ni frontera.
El cuerpo se relaja y se funde lentamente
en el crisol de los sueños.
Escrito en Septiembre 2022 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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