se mantiene atento a la diáfana claridad,
que como ojos sorprendidos, esplenden
radiantes.
Disipando las brumas y abriendo un párpado
en la certera y agudizada propuesta
de alcanzar un nuevo horizonte, donde romper
una frontera más, que al cielo de la esperanza,
sin duda ha limitado.
Un paso más, un trasladarse sin pies
a las remotas tierras, donde los mares bañan
las pausas adormecidas de los amaneceres.
Desperezando el hálito contenido entre
los huesos.
Quilla, donde la carne se cubre
de caricias marinas.
Allá, donde las voces lejanas reverberan
en ecos oscuros de inminentes tempestades.
Donde la navegación es tan sólo un propósito
de espumas, varadas en la orilla de tu playa.
Playa de arena y guijarros,
de angostos parajes y promesas
de verdes algas, que como cabellos extendidos, reclaman una blancura
de sal e inmaculada sed,
en la aventura postrera de toda travesía.
Escrito en Septiembre 2022 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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