la horizontalidad de la tierra, vestal ofrecida
a su cálida caricia.
Sólo ante la insistencia de su obsesivo amor,
y cuando la tierra inerme, muestra su piel
de incómodo reptil sin cobijo,
la lluvia desciende con idéntica verticalidad,
como una bendición de dedos infinitos,
formando círculos concéntricos y coronas
de húmedas tiaras, que se deshacen
y penetran en su virginal seno,
en un acto de amor, que va fluyendo
hasta la entraña.
Verticalmente, desde la horizontalidad
de las nubes, con un signo piadoso,
que los cielos colman, deshaciéndose
en fértiles lágrimas y besos,
acariciando su piel.
Piel, antes rugosa y vetusta,
ahora rejuvenecida en la húmeda entrega.
Para su sed terrena, labios descendidos
en promesas de agua, que harán brotar
flores de agradecidos colores, vistiendo
la tierra con sus mejores galas.
Escrito en Septiembre 2022 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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