El norte, con su perfil de hielo y el sur
con su agrio sudor.
Me duelen el cielo y el mar sin límites,
con los bordes de ausencia y lejanía.
Me duelen las piedras del camino y el polvo
que arrastran los pies durante la fatiga.
Hay una levedad inagotable, en cada pesadumbre vencida y un jadeo constante,
ante la esperanza, que como tren descarrilado,
parece no alcanzar nunca, el andén
de nuestras expectativas.
Escrito en Diciembre 2022 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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