El día muere lentamente, cuando el sol
se reclina entre las montañas o se sumerge
en el mar, durante su baño nocturno.
Nada detiene la tristeza que se eleva
en diminutas lágrimas de topacio, hacia
la pupila negra del firmamento.
Recojo las cenizas del día, en la hoguera
de las emociones incendiadas y el agua
se evapora entre los suspiros entrecortados,
que discretamente el viento musita,
para que el cielo no se derrame
en angustias.
Escrito en Diciembre 2022 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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