pues se sueña con los párpados cerrados.
Se ve con los ojos de la mente y se abre
la pantalla de la imaginación.
Toda sombra es proyectada por la luz,
para infundir un espacio vacío, que no muerto
y llenarlo de texturas más sólidas,
al menos en su apariencia.
Los sueños se difuminan con un caudal de luz,
al abrir los ojos y por ello necesitan
el peso específico, que la sombra aporta
en su perenne gravidez e interiorizan,
cuando toman forma sólida en nuestros
deseos y anhelos.
Su ausencia produce un agónico lapsus,
de deseo perdido y ni siquiera la luz,
puede dar forma a todo aquello
que se muestra ante nuestros ojos, tan real
como intangible.
Todo se abre y nos llena, cuando cerramos
los ojos y un redondo beso, toma forma
en nuestra boca, desde los labios,
que amantes nos besan.
Con la luz viajando en nuestro interior
y las sombras dando forma al deseo
que nace en el lecho de nuestros sueños.
Escrito en Diciembre 2022 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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