tiene un repiqueteo de cristal, que a veces
suena a violín triste o a piano forte, cuando
los truenos durante la tormenta, marcan
su telúrica percusión.
Llega la calma, y el viento silba entre los árboles y las hojas se estremecen en un leve
susurro, simulando distintas voces.
La tierra abre su entraña al cauce del río
y disfruta del cascabeleo o rumoroso cantar,
en su descenso o el estruendo sinfónico
de la cascada en miles de gotas precipitándose en el lecho acuático.
Voces graves o quebradas, susurros
y suspiros, que escuchan el sinuoso sonido
de las hojas secas, al arrastrarse
o ser pisadas, marcando un compás
de Otoño nostálgico.
Se derrite la nieve de las cumbres y surge
in crescendo, un réquiem con la fuerza
impresionante de los aludes.
Las aves y los insectos componen
la melodía inacabada, que va perdiéndose
en la espesura del bosque…
Piano, piano,
en el dulce embeleso de la noche.
Escrito en Diciembre 2022 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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