y no pierde un segundo, meditando
en una espera que, seguramente no llegará
a tiempo o tal vez no se presente.
La locura de la razón es el efecto secundario
del pensamiento lógico, que se inmola,
para fertilizar cada idea con sus cenizas.
Atravesamos un tiempo, decididos
a increpar al ocio, con la ilegalidad
de un trabajo constante, para no detener
la actividad cerebral y convertirnos
en la inerte solidez de una piedra,
cuando todo fluye desde los ríos de la razón
y el pensamiento.
Nada se detiene y las agujas de los relojes,
nos inyectan el tiempo necesario, para que
el pasado quede archivado en los cajones
del olvido y el presente se muestre
con la celeridad y el respeto, que su rango
le exige.
Cada instante se retiene en la memoria,
se estanca y se pudre, porque todo
se descompone ante la innovación permanente, que supone seguir viviendo
un efímero presente.
Escrito en Mayo 2024 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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