aun cuando la boca esboza una sonrisa,
forzando el rictus en el rostro.
Es semejante a morder una dulce manzana,
cuyo interior está lleno de acíbar.
El sabor de la vida es agridulce y se debe
de engullir rápidamente, cada trago amargo
que resulte de morder la manzana del engaño
y averiguar, porqué siempre deja un sabor
triste y amargo, después de cada alegría
que fue dulcificada en exceso.
Tal vez, una vida demasiado dulce,
no arrastre hacia una diabetes existencial
y damos con nuestros huesos,
sobre una fría lápida de olvido.
Debemos disfrutar de cada sabor, que la vida
pueda obsequiarnos.
Escrito en Mayo 2024 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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