No se ralentiza el tiempo,
sino nuestra percepción del mismo.
Es esa maldita nostalgia, que devora el ánimo
y comienzan a bullir inquietas,
las hormigas que nacen de la melancolía,
en un compás lento a ritmo de vals,
que gira y gira, hasta marearnos
y olvidar el lugar donde estamos girando.
Se pierde la conciencia,
la composición de lugar
y el sentido del tiempo vivido.
Me hablan de afrontar los problemas,
cuando están generando uno nuevo cada día,
ajeno a nuestra voluntad.
El humo es tan denso, que no nos permite
ver la realidad y sin embargo,
aún hay personas que llegan a ver el sol
a través de la densa bruma.
Escrito en Octubre 2017 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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