Hay una inercia hacia la sinrazón,
con tintes de temores infantiles
y una cerrazón hermética,
que hace que nos resguardemos
en un caparazón de inconsciencias.
Nada queda oculto, para quienes escudriñan
las vidas ajenas, para formar legiones
entre los que perdieron la ilusión
y su raciocinio.
Basta una palabra, que se desea escuchar,
aunque sea incierta, para que alguien
apoye toda su fé o ignorancia, en lo que será
un sueño inalcanzable.
Una voz, que el viento va a llevarse muy lejos,
para que nadie pueda reclamar el origen
de su creación y su inconsistencia,
basada en el relleno de una mentira,
con el aire que luego
expulsará al deshincharse,
en el intento fallido de atraparla
entre las manos.
Escrito en Octubre 2017 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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