La fatiga necesaria, la labor termina
con la somnolencia y la calma en el ánimo.
El descanso no es ocio que se busca,
sino la luz que surge en nuestro interior,
cuando sabemos que nuestra obra
dará frutos y el descanso está...
sobradamente merecido.
El tiempo cae vencido sobre nuestros hombros
y el sudor es el perenne recuerdo
de nuestro esfuerzo realizado.
La fatiga acaricia los párpados,
cuando el cuerpo está extenuado
y necesita del arrullo de la noche,
para recobrar la energía perdida,
tal vez en las estrellas.
El descanso no es vicio,
sino un pago al servicio.
Una moneda de cambio que necesitamos,
para convencer, no justificar
que nuestro esfuerzo no fué en vano.
Escrito en Octubre 2017 por Eduardo Luis Diaz Expósito.”zuhaitz”.
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