La madera y el musgo respiran en la roca,
perfuman el aire en la quietud,
en la que meditan los siglos.
La hiedra es amante de la roca
y besa su frío cuerpo, para despertarla
lentamente y pueda cobrar nueva vida
con su forma.
Bajo un suelo lunar, surge la leyenda
e imprime su sello con los dedos,
arañando suavemente,
los estratos dormidos del aire
y esas voces errantes,
que han guardado en sus gargantas,
el secreto, que en sus simas
han dejado el misterio oculto,
con el cual fueron creadas.
Escrito en Octubre 2017 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz “.
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