Sorteando los anzuelos negros,
se puede llegar a la ósmosis
de las emociones, cuando una vez
desprendido el nácar, se vé la naturaleza
de la pared en la que nos apoyamos.
La actitud de la negrura, despide
cierta toxicidad, es el resultado
de un tinte de traiciones, que va nublando
la luz y los recursos lumínicos
de los aspavientos, por dejar libre
el espacio en que nos movemos.
Las jerarquías del mal nos mienten
esa punta de uña de escorpión
que llevan en sus miradas
y entonces, el canibalismo se nutre
de la ignorancia que sepulta el ánimo,
en frascos de esencias caducadas.
Los ojos se hunden en las cavernas
del cráneo y el estornudo cierra un instante
los párpados.
Es entonces cuando la autenticidad
de lo manifestado, desaparece
de nuestro escenario.
Escrito en Octubre 2017 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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