Amor en la contemplación de lo absurdo,
en la sinrazón de la razón, por el pulso
de amar y ser amado.
Huestes de la melancolía,
dormidas gravedades o respiraciones agitadas
bajo el denso humo
de los sueños inconscientes.
Labio sobre labio, cuerpo sobre cuerpo,
tratando de imitar una copia a realizar,
no sobre nosotros mismos,
sino sobre nuestros anhelos,
que disparan salvas para ser vistos y oídos
en toda la esfera celeste,
de ese beso ardiendo en la boca
o la caricia, que de una levedad,
transforma un silencio en sonido o queja.
Queja de amor o latido, rescoldo último
de una hoguera, donde el deseo arde,
alimentado por la pasión
y cebado en la inconsciencia.
Sintiendo, solo sintiendo
esa atracción letal de astros,
a punto de nacer, en el momento
en que cierras tus ojos, besas mis labios
y nos fundimos en un abrazo.
Escrito en Octubre 2017 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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