sobre la cálida nieve de mis sueños.
Frágil y glorioso cuerpo, que a la muerte
convoca e invita, en esa destrucción última
de la consciencia, antes de perder el sentido
de una realidad, que subyace entre brumas,
ante la claridad de los espejos, que tus ojos
muestran.
Un juvenil encuentro, entre el volcán y el hielo,
la alentadora esperanza y las espinas
que se enredan y se clavan en el alma,
durante una ausencia no deseada,
no presentida, cuyo dolor se enquista
y es una espuela que hiere al cuerpo
abandonado a la suerte de los escasos
amores y azotado por los vientos de la desidia.
Tu cuerpo único e irrepetible, sobre alfombra
de maíz vivaz y verde musgo en la quietud
de mi espera.
Siempre en la espera, a merced de un milagro
a punto de suceder, pero que no sucede.
Todos tenemos unas cuerdas, que sujetan
nuestra voluntad y apenas unos pocos,
consiguen romperla y deshacerse de ella,
para que el amor sea una realidad,
no un inconveniente.
Escrito en Noviembre 2022 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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