y desaparece como bruma que pierde
sus albos cabellos, ante el susurro del viento.
En la lejanía, apenas los párpados captan
pequeños destellos o briznas de luz,
durante un leve parpadeo.
Se cierne sobre sí misma, la noche toda
y el frío invernal, viste de armiño los campos.
La Luna, con su pupila amarilla,
traza contornos, sobre los árboles,
que parecen aullar durante su insomnio.
La noche vacía su cáliz de ausencias
y el silencio se tiñe de nostalgias.
El rastro del día se pierde sobre su negro
asfalto y las voces se apagan lentamente,
desapareciendo bajo una densa capa
de olvido.
Hay un olor a brea y calma sobre su misterio,
al cerrar la palma de su mano, para atrapar
todas las estrellas posibles.
Todos duermen, ajenos a sus problemas
cotidianos y sus sueños, agitan los élitros
de su subconsciente, originando
pesadillas, durante el tormentoso viaje
a la inconsciencia y esa salida de la linea
de flotación de una realidad en la que
nos hallamos sumergidos.
Escrito en Noviembre 2022 por Eduardo Luis Díaz Expósito. “zuhaitz”.
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