en el alma y la conciencia,
que hacen perder la paciencia
cuando ni aflojan, ni cesan.
Es el odio que se siembra,
cuando hay una injusticia,
odio que muerde y te envicia
y a tu razón, la desmembra.
De nada sirven las leyes,
si la justicia no aflora,
falsedad que se decora,
como una yunta de bueyes.
Con flores o con palabras
vacías y perniciosas,
sentencias muy dolorosas
y decisiones macabras.
Razón que no sana el diente,
pues su ley está podrida
y tememos por la vida,
en manos de un delincuente.
Y para colmo de mal,
la ley es mal aplicada,
condena a quien no hizo nada,
absolviendo al criminal.
Hablan de rehabilitar,
a quien no tiene intención,
de hallar en su corazón,
propósito de enmendar.
Y no se puede vivir,
con la amenaza latente
de tener un delincuente,
que volverá a delinquir.
Escrito en Noviembre 2022 por Eduardo Luis Díaz Expósito.
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