que de la aurora brota y se difunde,
allí en el horizonte, se confunde
en una línea de oro, sangre y yeso.
El sol, joven galante, por travieso,
juega con los venablos de la aurora,
en ese misticismo de las horas
y entre las sombras puras, sale ileso.
El cielo se ha vestido hoy de gala,
de seda y algodón, entre las nubes,
mientras el astro rey, glorioso sube
y todo su esplendor, fiel nos regala.
Radiante redondez, disco de oro,
que brilla con tesón, y al firmamento,
aporta claridad, como sustento
de una virtud que avala en su decoro.
Su ruta es nuestra luz, a cada paso,
que alarga sin cesar, durante el día
y muestra en su fulgor, nuestra alegría,
hasta caer rendido en el ocaso.
Escrito en Noviembre 2022 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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