la misericordia no entiende de temperaturas.
se cae el gesto hacia un rincón
sin aristas, durante la apatía que genera
el desánimo.
Se evapora el sudor que cae desde
un firmamento sin estrellas, cuando
la frente despeja los cabellos y guarda
en su interior, todas las dudas.
Se evapora la lágrima o se seca
en el párpado, cuando las ilusiones
se pierden por su propia inercia
y se deja de flotar en la nube
que imaginamos.
Hoy ha caído una barrera más, que
nos defendía de la agresiva realidad,
en que estamos girando sin rumbo,
en dirección contraria.
Escrito en Junio 2017 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz".
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