de una trayectoria y se desdibujan,
como trazos de tinta china, al caer una lágrima
sobre un viejo blog.
La tristeza dejó de ser triste,
cuando sus personajes respiraron el misterio
del vaho nocturno y ningún expositor
volvió a mostrar su ramita de muérdago.
Llevaban sobre sus labios, el sabor último
que deja un beso desprendido y un nacarado
brillo de Luna sobre sus sonrisas.
Sus pasos eran ecos sobre las calles vacías.
Las calles opacas volvieron a recuperar
el brillo acharolado, con algunas gotas
de lluvia o con el fulgor del destello
de una lágrima, engendrada en la emoción
de aquel mágico encuentro amoroso.
Escrito en Noviembre 2021 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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