por ese constante esfuerzo
del tiempo, porque su almuerzo,
es su virtud y su pena.
De un soplo, los vendavales;
desde una brisa calmada,
la tormenta dislocada,
que atraviesa ventanales.
Y he aquí, que el vidrio quiebra,
por su gran fragilidad
y el mito de su verdad
en la falsedad se enhebra.
Así pues, arena o piedra,
aire, espuma o vencimiento,
todo depende de viento
y el agua, donde se medra.
Medra para deshacer
la piedra, con su dureza,
siempre acaba lo que empieza,
aunque no lo puedes ver.
Su poder es invisible
y sus efectos postreros,
son letales y por fieros,
su consecuencia es terrible.
Escrito en Noviembre 2021 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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