sobre mis cabellos, descendiendo
y empapando mi cuerpo, mientras mis oídos
escuchan atentamente sus secretos,
en incesantes cuchicheos.
Entorno mis párpados y mis pestañas
se asemejan a los pistilos de una flor,
intentando retener alguna gota piadosa.
Mi boca entreabierta, apenas consigue
llenarse con su frescor, pero siento
reverdecer mi espíritu.
La música incesante de la lluvia, fluye
a través de mi y extiendo mis manos
de ramaje de árbol carnal y savia terrestre.
Hay un árbol en mi, a cuyas plantas,
fluyen todos los caudales de los ríos de la vida.
Escrito en Noviembre 2021 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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