y es algo que no me extraña,
pues la tierra se conmueve
solamente, cuando llueve.
Húmeda, la lágrima es velo,
que satura el amplio cielo,
es una excusa, que inventa
cuando brama en la tormenta.
No es porque esté enojada
la tierra, cuando es mojada,
pues necesita la calma,
para refrescar su alma.
A veces llorar consuela,
siendo el dolor, su escuela.
El rayo al fuego reprende,
porque de su luz, se aprende
a iniciar una ignición
en su ardiente corazón.
Cielo y tierra lo comprenden,
cuando en el fuego se encienden
anhelos, que en humedades,
rescatan esas verdades,
que se vierten con ternura,
variando su arquitectura.
Porque hay un caudal, que engorda
al río que se desborda
en aguas incontenidas.
Aguas, que son de la vida,
tan puras y necesarias,
como duras, lapidarias.
Son frases, que pronunciadas
por el cielo, son vertidas
para sentir que la vida
son aguas desenfrenadas.
El cielo es la redención,
pues sólo es un corazón
y una voluntad, que encierra
al unirse cielo y tierra.
Escrito en Noviembre 2021 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario