miércoles, 19 de febrero de 2025

La piedad viene desde el cielo.

El cielo siempre llora, cuando llueve,
la tierra está reseca y le reclama, 
sumida es su aridez de angosta llama,
un sorbo de agua fresca o fría nieve.


El cielo en su piedad, derrama el llanto 
y no es su frialdad, la que prospera,
el agua cae sobre la sementera,
su voz es bendecida con un canto.


Un trueno y un relámpago es preciso 
y anuncia una tormenta que. Iracunda,
en toda vastedad, luego la inunda,
en dicha tempestad, sin previo aviso.


El ruego de la tierra fue escuchado,
el campo nuevamente ha florecido 
y vuelve a palpitar en su latido, 
con un nuevo frescor, por renovado.


El cielo por piedad, asume y llora,
sobre una tierra inerme y fertiliza
su agrio corazón y se entroniza 
un ruego por su sed, que así se implora.


La tierra, que antes era un mineral,
sediento y apocado en su amargura,
de nuevo resucita, por ventura,
tornándose en vergel, su triste erial.

Escrito en Febrero 2025 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz”.

© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.




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