y ni siquiera has agitado un abanico.
El sol que describes, queda oculto
detrás de tu sombrilla,
Permítele a la lluvia, que bañe tu rostro
con cristalinas gotas de agua
y pregúntale a la tierra, sobre el misterio
que se esconde en sus entrañas.
Conoces el poder del oro
y nunca has intentado buscar su origen
en los rayos del sol.
Luces sobre tu cuello, un collar de perlas,
pero ignoras la frescura de las gotas de lluvia,
salpicando tu cuerpo.
Descálzate y camina sobre la arena de la playa.
Divisa el horizonte, donde el mar muere,
para resucitar en un amplio cielo azul.
Teme el poderoso látigo del rayo en las tormentas
y escucha la poderosa voz del trueno,
que brama desde la negrura
de las tortuosas nubes.
Observa la mano que agita los mares durante
las galernas o a la tierra vomitando fuego
desde sus múltiples bocas.
¿Te sientes pequeño? Sólo eres un diminuto
grano de polvo en la inmensidad de las arenas
del tiempo.
Los caballos famélicos devoraron el hambre
del conocimiento, para desaparecer
en los fogones humildes de algunas cabañas.
¿Crees saber o conocer algo de lo que he
nombrado?
¿Tu poema tendrá la fuerza suficiente,
para
agitar las almas y sacudir las voluntades humanas,
desde sus entrañas hasta sus corazones,
que se supone que siguen latiendo en su interior?
Si eres poeta, comprenderás que no son palabras vacías, las que llenan el contenido
de un poema y mucho menos, de una vida
dedicada a la poesía.
Escrito en Febrero 2025 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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