a punto declarar
lo que se puede encontrar,
desde el fin del cautiverio.
La vida es un improperio,
que pretende desatar,
toda la furia del mar,
para mantener su imperio.
Pero es aciaga su suerte,
más aún, su cometido,
pues breve es su recorrido
y al final está la muerte,
como causa y consecuencia
de su agitada función,
que no es, sino proyección
del lastre de su conciencia.
Porque el tiempo se limita
a frenar sus inquietudes,
a pesar de las virtudes,
que guarda en el alma inscrita.
Y aunque en su fe, se entretiene,
al fin, la vida concluye,
lentamente se diluye
y la muerte, la detiene.
Una pausa en el camino,
decide la suerte aciaga,
logrando que se deshaga
nuestra ruta y su destino.
Escrito en Febrero 2025 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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