que acaricia el alma.
La ascensión sin pies, ni esfuerzo,
a las cimas más altas de la emoción.
Un batir de alas silenciosas o el estruendo
de unas gozosas olas que se estrellan
contra los arrecifes de nuestros problemas
cotidianos.
Al final, la arena es tan sólo el recuerdo
de esa gran roca, que nos parecía
imposible de sobrepasar.
La alegría en la calma es la actitud reposada,
sobre un estado de ánimo que queremos
perseverar, como una hermosa pompa
de jabón, que tratamos de evitar,
que el viento nos la arrebate y explote
contra cualquier objeto punzante
o incontrolado temor.
La alegría es ese espacio que se mantiene
entre una tristeza que se fue y la melancolía
que queda de su recuerdo.
Es el brote de una flor que nace en el alma
y debemos compartir, antes de que el tiempo
la aje y la marchite.
Escrito en Agosto 2022 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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