emergiendo del mar el vapor del agua.
La sal se torna en cristales, como si el mar,
tratará de transmutar sus añejos dolores,
evitando la lágrima.
Acaso, al no destilar las lágrimas, el dolor
se secaría, mostrándose en sólidos cristales,
que hieren los ojos.
La imagen de los tristes recuerdos o el duelo
en torno a la muerte física
o al óbito irremediable de un amor,
conforman la sal, que al alma reseca,
con una sed implacable.
Toda la mar en los ojos. Toda la tristeza
en las mareas vivas y un reposo meditativo,
que se va perdiendo en la distancia.
Los recuerdos son ecos
de experiencias pasadas y tan sólo la sal
de una lágrima evaporada, deja constancia
de aquello que supuso una tibieza
en el alma o el suspiro que huyó
de los pulmones anhelantes.
Cuando el alma se enfría, los ojos acuden
al rescate, derramando lágrimas sobre un mar
de emociones.
Escrito en Agosto 2022 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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