la inefable pureza. La diáfana blancura,
que como desierto de sal bajo un ardiente sol,
hiere nuestras pupilas.
Algo tan Inmaculado y sereno, como sal
diluida en los mares, y sin embargo
son manantiales infinitos que a nuestra sed
agrede.
Pura y blanca harina, de granos de trigo,
roídos bajo muelas de piedra.
Deshecha y masticada la vida agreste,
para convertirse en el pan cotidiano.
Pureza si, nacida del paciente sufrimiento,
que desmenuza la vida durante unos minutos
de labor.
Pureza así declarada en el frío glacial
de las nieves perpetuas.
Pureza manifestada en cada uno
de los extremos de toda existencia .
Escrito en Agosto 2022 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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