a escuchar la lluvia, pero no sólo
las gotas de agua al caer sobre la tierra,
sino el repiqueteo y el perfecto acorde
que se forma, cuando el viento silba
con voz aguda entre los cañaverales.
Era algo tan sencillo, como cerrar los ojos
para ver la música y gozar de cada imagen
que se recrea en nuestras mentes.
Tan sencillo, como abrir el corazón
y dejar la piel receptiva, a esa leve caricia
o sonido, apenas audible y saber…
que el silencio también es música.
Era algo tan sencillo, como lanzar
un beso al aire, sin estridencias, sólo el vacío
que producen unos labios, para que…
paradójicamente nos llene el alma.
Tan sutil y denso a la vez, que puede
colmar un día, con tan sólo un segundo
de dicha.
Tan hábilmente incomprensible, como capaz
de hacernos vibrar y sentir que los cabellos
se erizan y los suspiros vuelan.
Era algo tan sencillo, que olvidamos
la grandeza de ese instante que nos eleva
a la gloria, durante la contemplación.
Realmente, era algo tan sencillo…
Escrito en Agosto 2022 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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