se precipitan pesares,
como piedras de sillares,
que han labrado nuestras penas.
Desde el ámbito celeste
las flores se ven más bellas,
con fulgor de mil estrellas,
sobre un verde campo, agreste.
Se acaba por convencer
al cielo, en el horizonte,
para que, en el mar remonte
cada nuevo amanecer.
Se termina una gran obra,
cuando concluye ese gesto,
que deja su acento puesto
sobre una frase que sobra.
Se nota una buena armonía
en el silencio reinante,
nuestro gozo es delirante,
encendiendo un nuevo día.
Escrito en Marzo 2025 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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