y gris plomizo sobre las frondas abisales
de recónditos misterios.
¡Háblame tú! ¡ ¡Oh mar, con el rumor
de las olas!.
Sumergido en la sal de la pena, retorno
a tus islas, solitarias y serenas.
Escuece la sal, en las rozaduras de tus arrecifes. Busco la caricia de la brisa y el yodo
de tus aguas, ese cálido aliento que los rayos
del sol, propician sanar mis heridas.
Mi vertebrado cuerpo es la quilla de un viejo barco, varado entre tus escollos.
Pude volar con el plumaje del deseo,
a tierras remotas.
Pude navegar en otras aguas, más calmas
y tranquilas, pero tu voz profunda me atraía
hacia la galerna, y tú, mar embravecido,
azotabas las costas, reclamando tu poder
sobre una tierra desvalida.
Mar, eterno mar de vida,
colmado de interrogantes y monstruos
de leyenda. Ahogas nuestros temores
y das golpes de aldaba sobre las conciencias
humanas.
Escrito en Marzo 2025 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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