y una exultante vida en sangre reciente,
brilla sobre el carmesí de sus labios.
Otrora me sentí vencido, bajo la influencia
seductora del viento, que circulaba
acariciando sus caderas al caminar.
Su busto firme y álgido ha entrado
en competencia con las frágiles nubes,
rayando el zafiro inmaculado de cielo.
Solamente me atrevo a rozar su imagen,
con mi voz y mi palabra, para no perder
el hechizo que, de su belleza guardo
en mi memoria.
No existe en mí una voluntad quebrada, sino
un profundo respeto, al atesorar
cada vibración que emita su cuerpo:
El sonido de su voz, la armonía de sus pasos
en movimiento y su aliento, perfumando
cada espacio inerte de mi existencia.
Amar no es poseer, sino fluir y disfrutar
de cada instante, en cada convergencia,
en las cuales, nuestras vidas sean tangentes,
bajo la perfección del universo.
Escrito en Marzo 2025 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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