El mar se aseda en ellos con una calma que,
sólo una lágrima emocionada,
crea esa pequeña ola, que baña las mejillas
de tu rostro puro.
Las hijas de la tierra guardan tonos de café,
dentro de sus pupilas y se ven matices de miel
y almendra, mimetizados en el color
de sus iris.
Ventanas son del alma, espejos donde
se contemplan los enamorados e intercambian
ternuras y promesas.
Ojos, en los que ver la profundidad
del paisaje, cuando los puentes revelan
su esclerótica vacía, para llenarlas de hermosas imágenes, que guardamos celosamente entre nuestros mejores recuerdos.
Escrito en Marzo 2025 por Eduardo Luis Diaz Expósito.“zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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