que se precipita hacia el abismo de la noche.
Un fuego que va extinguiéndose entre
la ceniza que crea, originando una densidad
con cierto temor a la ceguera.
Se van soltando todas las cuerdas
que sujetaban las claridades del día y cae
la noche, como un párpado cansado, que
se cierra, dejando su pupila negra,
ante el asombro de mil estrellas rutilantes.
Allí, una uña terrible, con los matices
de un tiempo huidizo, araña los velos más
densos, hasta rasgar sus vestiduras y mostrar
la luz desnuda, sin sombra aparente
y el alba, abriéndose en un bostezo,
con la capacidad de volver a encender el sol,
desde los rescoldos, que aún calientes,
sobrevivieron entre las cenizas de la noche.
Escrito en Marzo 2025 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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