Vamos a donde se produce el milagro
de la luz, en comunión con el agua
y parecen brotar chispas de fuego,
en ojos verticales sin ira, pero radiantes
y magníficamente delimitados,
estrellándose sobre las rocas.
¡Ah, esa levedad del tránsito, que suavemente
desciende, sin apenas pronunciarse!.
Esa capacidad de sorprender sin notoriedad,
haciendo gala de una humildad, que roza
lo imperceptible.
Agua y luz entretejiendo una malla.
Rayos de sol, atravesando
la cristalina presencia, dando matices de color
y tonos rubescentes.
Cabellos de lluvia sorprendidos
o cascadas precipitándose al vacío,
para encontrarse en el cauce,
sobre el tibio lecho de una tierra horadada,
por el beso o la lamida profunda
de una lengua de agua.
Escrito en Octubre 2021 por Eduardo Luis Díaz Expósito .”zuhaitz”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario