el ánimo o la sonrisa.
Gozar de las horas muertas, de las hojas
muertas. Con las manos muertas, buscar
la paz, esa paz que se ansía y nunca
se detiene en ese apeadero destartalado,
donde esperamos su llegada.
Achicar en agua de las emociones desbordadas, ante un posible naufragio
y en vez de agitar nuestros pañuelos
en las despedidas, unirlos para usarlos
como velas desplegadas al viento.
Bastarán los suspiros, bajo la inercia de
los impulsos de nuestras penas reprimidas,
para llegar lejos, muy lejos.
Hasta un buen puerto, después
de que amaine la tempestad.
Escrito en Octubre 2021 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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