desarrollarse y crecer.
Un tiempo para pensar
para reír y llorar.
Para amar, para sentir
la alegría de vivir
y un tiempo que lamentar,
al no saber que existir
lleva consigo una carga
tan risueña, como amarga,
donde se llega a incidir.
Un tiempo para olvidar
o recordar un inciso
durante un tiempo preciso
que pretendemos guardar.
Tiempo para atesorar
el fruto de la experiencia
en sucesivas vivencias
y un camino por andar.
Un tiempo que sepultar
en la mudez del silencio,
un tiempo en el que presencio
hasta dónde he de llegar.
Tiempo que así determina
que nuestro paso intensivo
es la causa y el motivo
de una vida que termina.
Escrito en Junio 2024 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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