de la noche velan los sueños
de los durmientes.
Una pizarra oscura es el marco, hacia donde
ascienden, como ingrávidas nubes,
nuestros anhelos.
El cielo es un propósito que se extiende.
Pupila azul sobre el horizonte y un mar
de declarada y nívea espuma, recama y borda
las aristas de una isla solitaria, que emerge
de la nada cada amanecer, como perla
de nacarados brillos.
Se desdobla la vida exultante, en páginas
que narran cada segundo impreso
en nuestras memorias.
Hay una tensión latente, que impregna
las capas más sutiles del aire y se respira
una calma marina de atardeceres bermejos,
sobre la quilla de las embarcaciones,
que tímidamente retornan a sus correspondientes puertos.
La vida aletargada, duerme tranquila
sobre el escenario de la noche y sobre ella,
un travieso parpadeo, acompasa cada instante
a los celestes sueños.
Escrito en Diciembre 2024 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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