y en los callejones se respira una luz densa,
amarga y amarillenta que, parpadea al ritmo
de las polillas, que van quemando sus alas,
ante las últimas bombillas incandescentes,
durante una noche que agoniza ante
un incierto y nebuloso amanecer.
Caminamos con los ojos sellados
con cinta americana y nuestros labios están
cosidos con los temores que recogen
las larvas que se ocultan en los cementerios
abandonados.
Una guitarra tañe sus cuerdas
con voz lastimera, mientras los perros roen
los huesos abandonados por la miseria,
desprovistos de carne tierna.
El mundo es agrio y enjuto, con un gris
que se apodera de los corazones
de los caminantes extraviados, que buscan
la salida de esta ciudad, en medio del caos
reinante, que huele a aceite rancio y al alcanfor
que aún queda en los armarios vacíos.
Nunca antes, pero aún…todavía.
Escrito en Diciembre 2024 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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