jueves, 26 de diciembre de 2024

El ente que surgió de la peor pesadilla.

La carne fresca, colgaba en jirones desde
la ojiva de un ventanuco.
El frío penetraba con su blanco aliento,
en las extremidades de las desvencijadas 
sillas y se escuchó un rechinar de dientes,
mal distribuidos sobre una boca asimétrica.


Olía rancio, a sebo cocinado en una estufa vieja y los faroles encendidos, portaban 
una luz escasa y mortecina.
Se hallaba en la estancia, un viejo que pulsaba 
la teclas de su acordeón y el polvo,
bajo la luz, simulaba la gravedad de una tumba 
abierta, con las lágrimas recientes de reptiles 
decapitados.


Al fondo, un armario abierto con camisones,
amarillentos, como cráneos marchitos 
y escobas tristes, con una alopecia desmedida, que inducían al susto o a la
sorpresa inesperada, al escuchar los goznes 
oxidados de las puertas.


Los ojos de aquel ser, eran de un brillo apagado y un blanco que, se rompía sobre
los ardientes cristales de su mirada.
Temí por mi vida, pero la curiosidad vencía 
sobre la balanza de mi razón, y mis pasos 
me desprendieron de un letargo, inusualmente 
aceptado.


Comencé a reptar y mis manos fueron 
sarmientos que recorrieron los espacios 
polvorientos de la habitación.
Mi respiración era convulsa, con ridículos
espasmos, ajustándose y apretando 
mi temeroso pecho.


Aquel ser se hallaba frente a un espejo,
que se quebró, al intentar atravesarlo
y observé, descuidadamente que sus cristales 
cortaban y seccionaban su frágil cuerpo.


Hoy desperté con una tardanza de lasitud 
enfermiza y no dispongo de una explicación 
plausible, para tan macabro suceso.

Escrito en Diciembre 2024 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz”.

© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.



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