tiene la visión precaria,
en la medida diaria
que al cielo niega o se inventa.
Parálisis momentánea,
para tomar nuevos bríos,
haciendo crecer los ríos
de una manera espontánea.
Agujas de agua constante,
generan esas crecidas,
su tributo son las vidas,
en un caudal desbordante.
Revuelve destino y ciencia
y sin una previsión,
aprovecha la ocasión,
dañando toda conciencia.
Nos plantea otra verdad,
en una horrible visión,
que desborda la emoción,
por nuestra fragilidad.
Una lección de humildad,
de temor, ante la queja,
por la huella que nos deja
a toda la humanidad.
Nos creemos unos dioses,
con la singular torpeza
que nuestra naturaleza,
disputa en sus vanos roces.
Son consecuencias atroces,
si pretendemos ganar,
por el hecho de alterar
las tormentas y sus voces.
Pues desde el cielo, reclama
el relámpago, su trono
y va aumentando su tono
alzando su voz en llama.
El equilibrio en las ciencias
de toda naturaleza,
tiene un gesto, cuando empieza
a ahondar en nuestras conciencias.
Y tenemos que admitir,
que nada se puede hacer,
cuando comienza a llover,
tan sólo…Sobrevivir.
La Naturaleza advierte
a todo el género humano,
que nada está en nuestra mano,
ni la vida, ni la muerte.
Escrito en Diciembre 2024 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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