las miradas y se busca sin resultado,
un ápice de felicidad, entre los cubos vacíos.
Las ratas tienen el pelaje de un gris tristeza y la miseria es un huésped común en muchas casas.
A dos calles de aquí, las voces son frecuentes, cuando las bocas no pueden
llenarse de otra cosa.
Los pájaros caen vencidos por
el aturdimiento y no levantan el vuelo.
Sólo arde un deseo deshojado
en las hogueras de algunos bidones
de hojalata y el frío se cala entre los huesos, así como las ansias de libertad
escapa entre los barrotes.
A dos calles de aquí, hay una calle sin salida y las ventanas se cubren
con cartones.
Si hoy se come, se celebra.
Si no, habrá que esperar la suerte
de un nuevo día.
Escrito en Marzo 2017 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz".
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